lunes, 24 de febrero de 2014

Evaluación educativa




   La evaluación educativa es una herramienta que debe tener como objetivo la mejora del sistema educativo. La evaluación en manos de los docentes constituye el arma eficaz y decisiva para el mejoramiento permanente de sí mismo, de su práctica, y de los logros que desea alcanzar en los alumnos. Una vez más, una herramienta imprescindible para autorregular el aprendizaje.

Cuando el docente emprende la tarea de evaluar a sus alumnos y  su aprendizaje, debe optar por una evaluación “auténtica”, que se adapte a los objetivos y contenidos establecidos y mida el grado de adquisición de conocimientos, la comprensión y el nivel de aplicación de las estrategias de aprendizaje.

La evaluación no debe ser el resultado final del proceso, debe hacerse antes, durante y después. Debe ser un apoyo, que ayude al profesor a enseñar y a los alumnos a aprender. Desde este punto de vista, la evaluación nunca termina, ya que debemos estar analizando continuamente. La evaluación adquiere sentido en la medida que comprueba la eficacia y posibilita el perfeccionamiento del proceso de enseñanza-aprendizaje. Lo que destaca un elemento clave de la concepción actual de la evaluación: no evaluar por evaluar, sino para mejorar, utilizar nuevas estrategias, comprobar el alcance de las metas establecidas, etc.

Para realizar una evaluación eficaz, en primer lugar, debemos fijar unos contenidos y sus objetivos. Para ello podemos preguntarnos “¿Qué quiero que mis alumnos aprendan?”, nuestra respuesta se debería enfocar en temas de la vida cotidiana, reales, que sean de interés y con los que los alumnos puedan integrar y desarrollar conocimientos que le ayuden a desenvolverse en su día a día. “¿Qué tema os resulta interesante?”

Para alcanzar los objetivos propuestos, debemos plantear una serie de actividades de introducción, desarrollo y conclusión del tema. Estas actividades nos ayudarán a realizar una evaluación continua a lo largo del proceso, adaptándolas a cada alumno, tomando medidas y enseñando estrategias. Esta evaluación debe ayudar a los alumnos a observar su proceso y a mejorar.

Una buena manera de comenzar nuestro proceso de evaluación es partir de los conocimientos previos de los alumnos, ¿Qué sabéis sobre X tema? Esta actividad permite captar la atención de los alumnos, conocer su grado de conocimiento y saber de dónde debemos partir.


La evaluación “durante”, debe tener en cuenta el proceso de aprendizaje. Esta nos ayuda a determinar cambios en el proceso, usar nuevas estrategias... para lograr las metas establecidas.

Respecto a la evaluación final, podemos caer en la tentación de basarnos en una prueba objetiva. Esta opción no es errónea siempre y cuando, se tenga en cuenta la evaluación durante el proceso y el progreso que ha podido realizar el alumno.

Este enfoque de la evaluación puede ser aplicada a todas las áreas educativas

“La evaluación debe ayudar al maestro a mejorar su enseñanza y al alumno su aprendizaje”

No hay comentarios:

Publicar un comentario